martes, 27 de diciembre de 2011

Somos recuerdos.


Recuerdo que mi profesor de filosofía siempre nos hacia una pregunta: “¿qué somos? ¿Soy yo el mismo que el niño que aparece en mi foto de comunión, aun habiendo cambiado cada molécula de mi cuerpo y cada pensamiento? Si he cambiado completamente ¿por qué soy el mismo?” siempre me quedé pensando en esa pregunta. No sabía que responder, pero lo único que sabía decir que había una “conexión” entre ambos. Bueno, hoy día puedo responder a esa pregunta y decir que somos recuerdos. Esa conexión entre ambos es el recuerdo.

Tú sabes quién es tu padre porque le recuerdas. Recuerdas todo lo que has hecho, por lo que conoces como es su personalidad. Si por un accidente pierdes la memoria, tú ya no eres el de antes. A los ojos de los demás serás el mismo… pero cambiado debido al accidente. Ahora supongamos que todo el mundo pierde la memoria, entonces nadie sería nadie. Ya no existirían tus padres, ni tus hermanos ni primos, no tendrías pareja ni amigos.

La conexión que hay a lo largo del tiempo en una persona es el recuerdo, tanto el que tiene él sobre sí mismo como el que tienen los demás sobre él. Además, el recuerdo hace inmortal a las personas. Todo el mundo quiere ser alguien importante y ser alguien en la historia, pero para conseguir eso, hay que ser recordado. Si te recuerdan, jamás morirás, siempre estarás en todas aquellas personas que te recuerdan. Además, puedes dejar tu huella para el resto de los tiempos escribiendo, inventando un nuevo objeto, ayudando… y así no ser olvidado.

Eres la misma persona que aquel niño de la foto de recién nacido porque eres recuerdos. Mientras seas recordado, nunca morirás. Recuerda, porque sólo así mantendrás vivo a todo el mundo.






In memoriam Juanra.





lunes, 26 de diciembre de 2011

Sendero hacia el horizonte.

"La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso: sirve para caminar."
E. Galeano.


Esa es una de las mejores frases de Galeano. Libre de política, libre de presión y libre de ofensiva. Simplemente señalando la vida misma.

Da igual lo lejos que este tu objetivo. Ni siquiera importa cuánto lleves andado. Lo importante es que estas andando. Lo importante es que tienes una meta clara y que avanzas firmemente hacia ella. No te vengas abajo, todo tiene su tiempo. Mírale fijamente, aprende de las derrotas y aprovecha las victorias, pero anda… anda sin parar. No hace falta correr, pues te cansaras y tendrás que parar a descansar, que no es malo, pero te retiene y agobia. Mejor ve lento y sin desistir.

No hay peor cosa que ver a tu enemigo acercarse lentamente, mirándote con cara de luchador y sin desistir de su intento. Así tienes que ser tú. Nunca parar por muchos fallos que cometas, ni por muchos obstáculos que haya en el camino, ni siquiera por que llegue la noche y pierdas el horizonte, pues entonces serán las estrellas quienes te guíen. Avanza con paso firme, que el horizonte te espera.







domingo, 25 de diciembre de 2011

Homosexualidad. Una enfermedad de siglos pasados.

Continuamente estamos hartos de escuchar ese debate sobre si la homosexualidad es una enfermedad o no. Por lo general, aquellos que creen que si lo es lo creen por motivos religiosos. Solo hay que ver cómo se les trataba en el siglo pasado, pues ahora imaginad en los anteriores. De hecho, no fue hasta 1990 cuando la OMS la quito de sus listas de enfermedades (pinchar aquí, aquí y aquí). Incluso cuando una sociedad entera cree algo así, es debido a la religión. Pero ¿qué pasa cuando quien afirma tal cosa es un psicólogo? ¿Y si encima no tiene nada que ver con la religión, sino simplemente con sus estudios?

Cuando un psicólogo dice que la homosexualidad es una enfermedad, se refiere –según he podido comprobar al leer lo que todos  dicen- a que es el resultado de un hecho pasado; un hecho que le ha marcado. No tiene porqué ser conscientemente, también ha podido ser algo inconsciente que le ha seguido durante toda su vida o gran parte de ella. Lo que quiere decir que la homosexualidad se ha creado por un hecho concreto, el cual le ha marcado y ha desembocado en ella. Sin embargo, ya comenzamos a ver los fallos, y el primero es que no entra en la definición de ‘enfermedad’, pues no afecta a la salud del individuo. Cierto es que si le puede afectar en la moral, pero ya hablamos de otra cosa totalmente distinta, pues la etiología en realidad es la propia sociedad que le rechaza a causa de su orientación sexual, pero no estamos hablando de que la etiología sea la propia homosexualidad que produzca tal trastorno que perjudique a su salud personal, es decir, la homosexualidad no perjudica directamente a su salud.

Aun así hemos admitido que la sociedad es la que produce ese “trastorno” en torno del individuo homosexual que le hace perjudicar a su salud. Un ejemplo de esto es cuando un grupo de personas discriminan a una persona por el hecho de ser homosexual, por ello le hacen avergonzarse de sí mismo, o de simplemente no poder llevar un estilo de vida normal. Con lo cual quien está en realidad enferma es la sociedad, no el individuo homosexual.

Otro fallo que podemos ver en aquella afirmación dada por los psicólogos simpatizantes de esta idea es que, por esa regla, todos somos enfermos, es decir, todos somos el resultado de hechos pasado, por eso crecemos y maduramos. Cada gusto por un color, por un número, por un coche, por un lugar de la cama es el resultado de los hechos vividos. Por lo cual, el gusto sexual (orientación sexual) no es más que el resultado de un hecho pasado, tal y como ellos dicen, y además totalmente equiparable a cualquier otro resultado. Si por ese simple hecho una persona es un enfermo, entonces todos estamos enfermos, pues todo lo que ahora somos (incluidas la orientación sexual) es resultado del pasado.

Aún algunos religiosos buscan la “cura” para esta peculiar “enfermedad”. Mientras que algunos psicólogos intentan buscar la “solución” a este hecho para que su orientación sexual sea la misma que el resto de la sociedad. Pero hay algo muy interesante de lo que estos psicólogos no se han dado cuenta, y es que grandes sociedades como la griega o la romana el status personal era bisexual. Cada vez que tenían apetito sexual no distinguían entre hombres y mujeres (excepto a la hora de procrear, pero este es un tema más largo y aparte). Sólo hay que ver cómo eran las bacanales de la época para ver su orientación sexual.

Además, otra cosa curiosa y que pasa mucho desapercibida es el tema de los puntos G. El hombre lo tiene en el ano, para que cuando tenga relaciones con un hombre pueda sentir placer. Mientras que el de la mujer está cerca del orificio uretral, para sentir placer cuando tiene relaciones con otra mujer. Con esto queda de sobra que, por naturaleza, el ser humano es bisexual.

Enferma es toda aquella persona que diga que la homosexualidad lo es, pues esa forma de pensar ha sido producida por un hecho anterior que le ha marcado. Esto me suena…


























jueves, 15 de diciembre de 2011

¿Por qué violencia?

La gente no suele entender por qué un grupo de personas luchan. No entienden por qué se meten en un ring para hacer boxeo y desfigurarse la cara. O por qué se meten para hacer Karate, o Kick Boxing, o Taekwondo... En general, la gente se pregunta eso de "por qué luchar".




¿Para que sufrir?¿por qué sudar?¿POR QUÉ TANTA VIOLENCIA? Pues muy facil:



Porque en realidad, no es malo, sino todo lo contrario. Vamos a analizar la palabra violencia:

Según la RAE: 
1.  Cualidad de violento.

Ahora analizaremos, por partes, eso de violento según la RAE de nuevo:
1. adj. Que está fuera de su natural estado, situación o modo. Esta definición no la cumpliríamos aquellos que luchamos, pues la agresividad es totalmente natural. Somos animales, y luchamos para sobrevivir, como hacen los leones, los perros, etc. En todo caso, somos más "naturales" que aquellos que no luchan. Recordemos que reprimir instintos es malo. Pero obviamente, no vamos por ahí pegándole al primero que se cruce, así que si seguimos leyendo esa definición, nos damos cuenta que también nos adaptamos a la situación y al modo. Solo luchamos cuando es necesario, y estos casos son los entrenamientos, competiciones, etc. y, obviamente, en defensa propia. Dicho esto, esta definición queda totalmente desbancada para un luchador, pero sin embargo, no para los que no luchan. Pensadlo.

2. adj. Que obra con ímpetu y fuerza. Esta definición tampoco nos representa. Todo luchador sabe que en combate no hay nada más importante que el autocontrol y el control del entorno. Si que usamos la fuerza, pero no siempre. También usamos a veces el ímpetu, pero solo a veces. Con esto quiero decir que si se nos considera violentos por esta definición, entonces también debemos de considerar violentos al resto de deportistas, a los trabajadores obreros, o a cualquier persona que, por lo general, defeque.

3. adj. Que se hace bruscamente, con ímpetu e intensidad extraordinarias. Esta definición va por el mismo estilo que la anterior. Los movimientos brusco se utilizan, pero solo a veces. Sobre el ímpetu ya hemos hablado. Y sobre lo de intensidad extraordinaria... esto crearía un largo debate, pues 'intensidades extraordinarias’ si que usamos, pero son siempre intensidades controladas.

4. adj. Que se hace contra el gusto de uno mismo, por ciertos respetos y consideraciones. Obviamente, esta definición queda más que desbancada. Todo luchador lucha por voluntad y gusto propio.

5. adj. Se dice del genio arrebatado e impetuoso y que se deja llevar fácilmente de la ira. Volvemos a lo mismo, un luchados sabe controlarse. De lo contrario no es un luchador, sino alguien jugando a las peleas. La ira es una de las peores amistades en una lucha. Oscurece la visión y cierra la mente.

6. adj. Dicho del sentido o interpretación que se da a lo dicho o escrito: Falso, torcido, fuera de lo natural. Esta definición simplemente no encaja de ninguna forma. No comparemos manzanas con naves espaciales.

7. adj. Que se ejecuta contra el modo regular o fuera de razón y justicia. La ejecución de los movimientos en un combate son totalmente premeditados y de modo regular. Entran en la razón -pues cada movimiento tiene su lógica- y son justos. Si se comete alguna infracción es la propia comunidad "luchadora" que le rodea quien le impone la sanción. Si por esto se nos tuviese que llamar violentos, la mayoría de las personas lo serian, pues se cometen las injusticias en el día a día en la vida de uno mismo que en un combate.

8. adj. Se dice de la situación embarazosa en que se halla alguien. Obviamente, esta tampoco nos representa pues no estamos en ninguna situación embarazosa.


Una vez dicho todo esto, queda claro que la violencia no está en nuestras vidas. Pero aun queda algo más, y es la definición que tenemos en nuestro inconsciente, que sería algo así como "agresividad". Contra ello no tengo nada que decir. La agresividad la controla cada luchador a su antojo. No tengo ganas de justificar más el por qué luchamos, así que a contaros otras cosas mejores.

La lucha en realidad es un instinto que tenemos y, como dije antes y siempre digo, no hay nada peor que reprimir instintos. Es como si intentas reprimir el instinto sexual. Tienes que follar sea como sea o de lo contrario podrías llegar a hacer cosas que no hubieses hecho en la normalidad.
  
Obviamente no voy a explicar las ventajas que ya todos sabemos, esas que son típicas del deporte (sudor que limpia los poros de la piel, ventajas musculares, prevención de enfermedades, etc.). Ni los mentales que tanto oímos en las películas (mente despejada y relajada, tranquilidad, etc.). Pero lo que sí quiero explicar es la sensación de un combate. Lo hare brevemente. No por nada, sino para dejarlo la miel en los labios y que vosotros mismos busquéis mas (si es que aun no lucháis).

Por lo general, un combate suele estar preparado y organizado con bastante tiempo de antelación, así que lo único que puedes hacer en ese tiempo es esperar con ganas y seguir entrenando duramente. Otro momento clave es cuando vas al lugar al que luchas. Sueles estar rodeado de tus compañeros con el mismo sino. Ese "viaje" (digo viaje porque algunos suelen estar lejos de tu ciudad) suele ser un momento de mucha unidad entre tus compañeros y tú. En el coche -o el medio en el que viajes- suelen haber muchas bromas y muchas conversaciones. Es tiempo de relajación.

Cada situación es diferente. A veces tienes que luchar el mismo día y otras tienes que dormir en aquel lugar. Si lo que toca es dormir, entonces sientes una de las noches más relajadas de tu vida, pero a su vez, llena de energía. Cuesta dormirse sabiendo lo que te espera al día siguiente, pero hay que hacerlo para rendir bien. Tras hacer las últimas bromas con tus compañeros, relajas el cuerpo y vas a dormir

 Por la mañana, ya notas el nuevo día y los nervios. Te preparas y vas a desayunar con tus compañeros. Ya te puedes imaginar la situación… pues siguen habiendo bromas y no hay cosa que más energía te de que tus buenos compañeros te saluden por la mañana. Después de desayunar y charlas u rato con ellos, te diriges al lugar donde el destino te espera. Normalmente sueles ser sitios grandes de los cuales te enorgulleces de entrar, no sabes por qué, pero te enorgulleces. Allí conoces al resto de competidores, por lo que empiezan los saludos y presentaciones. Sobre todo hay algo que nadie se espera, y es el buen ambiente. Toda la gente te trata con respeto, pues ahí todo el mundo “es alguien”. Como en mi arte se dice: se respira un gran Axé.

Desde un cierto tiempo antes, solo tienes la mente puesta en tu lucha. Te da igual el resto; a ti lo que te importa es la lucha, por lo que te preparas, calientas el cuerpo, lo estiras, lo preparas bien y, desde entonces, eres un arma. Suele haber gente antes que tú, así que solo te queda esperar a tu turno y cuando le toca a un compañero tuyo le ayudas. Antes de entrar le das consejos, observas su combate con total intensidad y le vuelves a dar consejos en el tiempo de descanso. Pero, como con todo, a ti también te llega la hora.

Es tu momento. Tus compañeros te apoyan y aconsejan tal y como tu hiciste con ellos. Te pones las protecciones necesarias y entras en el lugar donde se va a llevar a cabo la lucha. Desde que este momento comienza, no piensas en nada más. Tienes la mente totalmente despejada y fijada en tu objetivo. Una vez que tienes a tu contrincante delante y está a punto de empezar, la adrenalina comienza a correr fuertemente por todo tu cuerpo. La adrenalina es tu compañera, tu fuerza, tu voluntad. La adrenalina te dará el impulso necesario para poder dar cada golpe y aguantar los recibidos.

Entonces, el combate comienza... Es un momento mágico. Todo el mundo os mira y os dicen cosas, os graban u os hacen señas, pero tú no te das cuenta de nada, absolutamente de nada. Solo estás fijándote en tu objetivo y estudiando cada paso. Los golpes duelen muchísimo (a pesar de que en las películas veamos que un puñetazo se aguanta como si nada) pero la adrenalina junto a tu voluntad de poder (adquirida sobre todo con el entrenamiento) hacen que estos apenas los sientas. Puedes decaer, ralentizarte, o estar cansadísimo, pero siempre tienes ganas de continuar. Cada golpe dado es una victoria de tu entrenamiento al igual que cada contraataque. Cada golpe recibido un motivo por el que seguir entrenando y mejorar, pero no una desilusión. Te mueves de un lado a otro y tu rival hace lo mismo. Los dos estáis en la misma situación y, cuando menos te lo esperas (y a veces, cuando más lo esperas) toca el sonido del descanso. Te retiras a tu lugar donde te esperan tus compañeros y recibes nuevos consejos que a veces no ves, apoyos y fuerzas. Una vez terminado el descanso, te diriges de nuevo adentro para continuar el combate, y así es. Los dos, cada uno con sus técnicas y formas, atacan. Nunca vives un combate igual al otro, por lo que ni siquiera el segundo tiempo es igual al primero, por lo que te tienes que volver a adecuar.

El combate termina, y tu ya has dado todo lo que has podido (o eso se supone, pues hay veces en las que te bloqueas y no das ni un 10% de lo que deberías). Luego, dicen quien ha sido el ganador. Si has perdido, no debes de desilusionarte (de hecho, yo personalmente nunca lo hago) solo es motivo para seguir mejorando con más fuerza. Al fin y al cabo has hecho lo que has podido en esa situación. Pero por el contrario, si has sido ganador, entonces te sientes totalmente satisfecho. Has superado una nueva meta. Tu cuerpo se llena de felicidad y energía.

La vuelta atrás es distinta. Suele ser cansada, pero con la satisfacción de haber luchado. Tus amigos ya hablan menos, pero aun hablan y las bromas siguen siendo constantes. Y una vez llegas a tu casa, solo quieres dormir y recuperarte de las heridas recibidas que, al principio no duelen por la adrenalina y el hecho de estar en caliente, pero luego duelen bastante.

Sin lugar a dudas, el mundo de la lucha es único... Puedes luchar contra cien millones de personas, pero no te enfadas con ninguno; todos son tus compañeros. Compañeros que comparten el mismo gusto. Sin duda alguna, es uno de los deportes más leales que existen.

En cierto modo, el mundo de la lucha deja de ser un hobby para convertirse en un estilo de vida, un estilo de vida diferente totalmente, con su filosofía y forma. Una vez que entras de lleno, es muy difícil salir pues no puedes imaginar una vida sin el reto constante que te supone. Normalmente lo tienes que dejar por edad, lesión o cualquier cosa por el estilo. Mientras… nunca pensaras en rendirte.

Mi arte es la Capoeira. Mi vida es la Capoeira. Y mis hermanos son todos aquellos que luchan y practican algún Arte Marcial o deporte de contacto. Mis más sinceros saludos a todos vosotros, que vivís en todas las partes del mundo. Os deseo lo mejor.

Muito Axé, Camaradas.



lunes, 12 de diciembre de 2011

Lo último que se pierde, es la voluntad.

Estamos acostumbrados a escuchar que lo último que se pierde es la esperanza, pero no hay cosa más equivocada que eso. O, al menos, incorrecto. El porqué es sencillo; la palabra esperanza significa “Confianza en que ocurrirá o se logrará lo que se desea”. Pero no hay que tener esperanza, no hay que ‘esperar’, porque lo que hay que hacer es tener voluntad y luchar.

No debemos esperar a que las cosas nos vengan hechas, ni que se arreglen con el tiempo. Lo que hay que hacer es luchar día a día, hora a hora, minuto a minuto e incluso segundo a segundo lo que uno quiere. Quienes esperan sin luchar, al final reciben lo que se merecen: NADA. No hay nada peor que la esperanza pasiva.

Hay dos buenas frases que son ‘querer es poder’ y ‘quien algo quiere, algo le cuesta’. Estas frases sí que son totalmente ciertas. Si quieres algo, sea lo que sea, siempre te va a costar algo, más o menos, pero te va a costar. Pero si realmente lo quieres, entonces lucha. LUCHA. Porque al final, lo consigas o no, estarás orgulloso de haberlo hecho. Si pierdes, al menos habrás luchado y habrás dado todo lo posible, pero si ganas, al final tienes el fruto de tu trabajo. Incluso perdiendo sales ganando, pues la experiencia es una de las cosas más importantes en este mundo.

A veces podrá parecer que luchar por cosas casi imposibles de conseguir, pero NUNCA debes rendirte. Siempre debes de luchar, porque nada es imposible, simplemente es más costoso. Al fin y al cabo, la vida no es más que trabajar en tus ‘quehaceres ‘.

No hay nada más satisfactorio que llegar a la meta. Y no hay nada más satisfactorio que haber luchado. Si realmente quieres, entonces PUEDES.



Y gracias a esa lucha, me siento orgulloso de tenerte hoy día más cerca.


jueves, 8 de diciembre de 2011

Tan cerca...





Y se supone que te tengo que olvidar.
Y se supone que ya jamás te podré tocar.
Y se supone que ya jamás te podré besar.
Y se supone que tu rostro ya no debo recordar.







Por más que alce mi mano, solo logro tocar el aire.

Por más que alce mi vista, solo logro ver el horizonte.

Por más que agudice mi oído, solo logro oír el silencio.

Por más que acerque mi boca, solo logro besar a la nada.





Abro mis alas, y me dispongo a saltar.

El miedo me aprieta, pero aun queda aire por inhalar.

Ya nada me queda por perder, pero si por ganar.

Abro mis alas, y salto sin pensar.





Pero cuando estoy cerca, ya no tengo fuerzas.

Cuando estoy cerca, ya no tengo alas.

Cuando estoy cerca, ya no sé volar.

Cuando estoy cerca, solo sé caer.







¿Cómo decirte entonces, que lo único que me importa es que te haya podido tocar?

¿Cómo decirte entonces, que lo único que me importa es que te haya podido ver?

¿Cómo decirte entonces, que lo único que me importa es que te haya podido oír?

¿Cómo decirte entonces, que lo único que me importa es que te haya podido...?







Porque lo único que quiero es tocarte.
Porque lo único que quiero es verte.
Porque lo único que quiero es oírte.
Porque lo único que quiero es besarte.




Duro camino de vuelta.

A veces, los caminos no son fáciles. A veces, las vueltas no son fáciles. Pero jamás me había enfrentado a un camino de vuelta como el que he hecho hoy. Sin duda algunas es la vez que peor lo he pasado mientras andaba.

Ya el comienzo se me hizo difícil. No era capaz de levantarme y marcharme de aquel lugar donde me dejaron. Solo tras haber pasado un largo tiempo tuve la fuerza suficiente como para iniciar la marcha. Pobre de mí, que no sabía lo que me esperaba. Lo primero que sentí fue soledad. Soledad en todos los sentidos. Soledad por no estar con la persona que quería. Soledad por no estar acompañado. Soledad por luchar solo…

Bajo la lluvia de la soledad, anduve durante todo el camino.

Al menos, al comienzo todo marchaba relativamente bien. No hubo problemas excepto por unos polis que no hacían más que mirarme. Algo lógico pues llevaba las bragas del cuello cubriéndome medio rostro y una cresta más que notoria. Me adelantaron y se reunieron a lo lejos con otro coche de policía. Estuvieron charlando tanto tiempo que hasta les repase, pero no me dio tiempo a darme cuenta cuando vi que los coches reanudaron la marcha. Aun seguían mirándome y uno de ellos, el segundo, incluso llegó a tenderme una pequeña trampa (la cual no voy a explicar ahora) en la que si hubiese caído me hubiesen llevado a comisaria.

Después de de esto comencé a notarme mal; no tenía fuerzas. No supe porqué, pero no tenía fuerzas. Cada paso que daba era más espeso, como si me estuviese adentrando en un camino hecho de colchón. Notaba como los pies se me ralentizaban y que la fricción comenzaba a desaparecer. A los dos minutos ya no podía más, no tenía fuerzas, no podía dar ni un paso.

Continué andando como pude, pero la cosa no iba a mejor. No era capaz de mantener la estabilidad. Parecía ebrio. Aun que no lo dudo, estaba ebrio, pero no de alcohol, sino de locura, de descoordinación, de descontrol… estaba ebrio de ti. Anduve dando tumbos sin saber cómo solucionar el problema. No podía parar, pues sabía que si lo hacía no tendría fuerzas para reanudar la marcha, pero tampoco podía continuar.

En ese momento tenía ganas de sacar fuerzas de donde fuere para continuar con energía. Siempre tengo energía de sobra, pero esa vez agote todas mis reservas. Y las agote en solo menos de media hora de conversación contigo intentando de explicarte lo inexplicable. No tenia energía, pero si un larguísimo camino por hacer.

Tuve que detenerme obligatoriamente tras un semáforo que estaba en rojo con coches circulando, el mismo semáforo que me sirvió de refugio y sobre el que me apoye para poder descansar un poco mientras pesaba en continuar. Me fue dificilísimo reanudar la marcha, pero lo hice.

Todo lo que había en el camino me dificultaba. Cada cuesta abajo me hacia botar. Botes que destruían mi cuerpo y sentía en cada hueso. Cada cuesta arriba me ralentizaba aun más el camino de tal forma que a veces pensaba que incluso iba a detenerme. Por primera vez en mi vida he rodeado un obstáculo que había en medio, en vez de sobrepasarlo fuese como fuere. Tras tenerlo que rodear me vi humillado a mí mismo. No era yo. No eran mis fuerzas. Mis fuerzas te las llevaste tú.

Llegué incluso al extremo de que no sabía andar, puedo prometer por mi vida que es totalmente cierto. Una pierna no articulaba bien, o iba más rápido, o se desviaba… cosa que me dio a entender una vez más que ese no era yo.

Solo tenía ganas de caerme al suelo y descansar ahí mismo, donde cayese. Pero preferí continuar con la marcha hasta llegar a mi meta. Meta que, nada más ver, lo último que sentí fue satisfacción, porque sabía que ahí era donde iba a desahogar mis penas. Meta que me hubiese gustado cambiar por otra. Pero que pensándolo bien, es la mejor meta, pues es el lugar donde descansare y es el lugar donde debo desconectar.

Sin duda alguna, esta es la peor vez que he caminado. En la soledad, en la indefensa, en la locura…

Pero sin embargo, no lo hubiese cambiado por nada. De hecho, lo recordare para el resto de mi vida. Pues ese camino que hice es exactamente igual que mi vida ahora mismo; sin fuerzas, con dificultades, y con una meta un tanto rara y angustiosa, pero por la cual hay que luchar y NUNCA RENDIRSE.

Porque tú eres mi meta. Y porque, tarde o temprano, llegare a ti. No sé cómo, ni cuando… solo sé que llegare. Solo sé que todo lo que estoy luchando por tan solo verte el rostro una vez más, va a tener sus frutos.


Llegare a mi meta.