viernes, 12 de abril de 2013

Carro muerto

A veces tirar de un carro muerto no merece la pena. El camino es de barro y los pies se te hunden. Las cadenas de hierro y el cuello te duele. Las ruedas de madera rota y no permite avanzar. Y el carro... el carro lleno de muertos en vida.

Cada diez pasos cuentan como uno, y mientras tanto aquellos seres del carro estiran su mano para intentar llevarte con ellos. Otros tiran objetos en tu camino y otros te intentan convencer mediante la palabra.

"¿Cuanto queda para el edén?"  Te preguntas una y otra vez, sabiendo que tal cosa no existe. Solo buscas un medico para ti y tus compañeros, pero no lo encuentras.

-¿Ves como no está? -Dicen unos.
-Es mejor ir por ese otro camino- Dicen otros.
-Conmigo estarás mejor- Promete el resto.
...
-Ven. Ven al paraíso de lo preconcebido. De la holgura y el desahogo. Ven entre nosotros a comer de esta comida eterna que siempre tuvimos en nuestras manos. ¿Para qué cazar? Todo está hecho ¡sólo come!- Dice el sabio de los sabios. El sabio en sombras.

Aquel sabio, que cree conocerte mejor que tú a ti mismo. Y su manada de sabios que sigue la sabiduría de sombras de su profesor; instruyéndose en sombras y desconociendo los objetos. Estudiando los pétalos e ignorando la raíz. ¿Cómo van a conocerte sólo por la sombra que proyectas? ¡Ay, de quién lo crea!

Ahora sólo te queda seguir tirando del carro y descansar sólo cuando las rodillas te tiemblen. Quizás algún día llegues a buen puerto.


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