lunes, 9 de septiembre de 2013

Como un jardín en un planeta

De siempre me han fascinado los detalles. Nuestra especia está hecha para ver lo general, lo grande, lo de nuestro tamaño, y sin embargo ignora los detalles.

Pero los detalles cambian al mundo. Cada detalle, cuenta. ¿Qué sería del planeta sin los detalles? ¿Sin cada cosita que lo forma? ¿Sin ti? En el planeta hay muchos detalles, por eso a estos detalles vamos a llamarlos jardines. No son jardines como los que hay en una casa, sino que estos jardines, que acabamos de crear, van a ser el mundo que hay dentro de mundo. Es decir, estos detalles de los que vamos a hablar son como aquellos jardines en los que, aun siendo pequeñitos, dentro hay mucho de lo que hablar, más que el simple verde que se puede observar a simple vista, y aun así de jardines se forma el mundo.

Tu, en tu totalidad, que tanto sabemos resumir los seres humanos en una sola palabra como un nombre o un sujeto, eres un planeta. Un planeta lleno de jardines, jardines que amo, uno a uno, y por los que tanto me gusta pasear y entretenerme. Cada jardín, que puede ser fácilmente ignorado por nosotros los humanos, tiene una grandeza tan enorme que cuesta creer que todos ellos quepan a la vez en ti. Hay jardines que se ven, jardines que se oyen, jardines que se tocan… ¿Sabes qué es lo que me gusta? Te lo diré.

Me gusta leerme un libro echado en el césped del jardín de tus labios. Me encanta el tacto de su tierra y su savia recorriendo mi cuerpo. Me encanta lo esponjoso que es y cómo tímidamente pero con pasión se mueve, y sobre todo lo bonito que es cuando sonríe. Me gusta mirar la belleza del sol del jardín de tus ojos. Me pasaría horas o días mirándolo y notar como deslumbran. Me gusta su expresión a lo Dr. Jekyll and Mr. Hyde la cual muestra algo que jamás sabría describir pero a su vez me atrapa y ensoñece, y me encanta el color del sol tan bonito y brillante que me dejan sin habla y con el corazón al borde del infarto cuando veo que me mira. Amo las colinas del jardín de tu nariz, con esa geoforma tan única y extravagante que me permiten correr y chocar cada vez que me cerco al jardín de tus labios. Me encanta el trocito de césped rojo con piedrecitas marrones que hay en el jardín de tus mofletes, tan sutiles y suaves que si fuesen ríos me los bebería hasta no dejar ni una sola gota. Y me encanta el dionisiaco jardín de tu pelo, con esa masa de árboles tan bonitos y lisos y esos pequeños rebeldes que andan por ahí a su libre albedrío que hacen caso omiso de las ordenes de los demás y deciden ponerse a jugar solos.

Me gusta excitar el jardín de tu cuello en ciertos momentos rozándolo con mis labios y dientes mientras huelo el rico vapor que desprende de su tierra. Adoro beber del jardín que hay en la meseta de tus pechos, con ese roce tan liso y esa cima tan deliciosa que provoca que mi cuerpo necesite más calor y mi mente pensar menos. Con esa forma que tanto me gusta y que tantas veces han sido protagonista de mis mejores sueños. Adoro la cueva que hay en ese jardín al que tanto me has invitado a pasar y por el que tanto he sudado. Que tantos dolores de muñeca y cintura me ha causado y tantos desgarro de lengua he sufrido. Adoro que fluya agua cuando paseo por él y que de él me pueda alimentar. Adoro que sus paredes me aprieten y tus manos me inviten a continuar.

Me encantaría tener una eternidad para describirte cada jardín, pero el tiempo es limitado, y temo que decirte todo esto te aburra. El problema es que solo he descrito una decima parte de los jardines que hay en ti, y también he caído en ese error de mirar lo más general y no tanto los detalles. Pero es que los detalles no son solo físicos, entonces ¿Cómo contar tanto sin aburrir? Y lo siento mucho, pero es que no puedo. No puedo obviar los jardines en los que mejor descanso, como en los de tu sonrisa con sus ojos achinaditos. No puedo obviar el jardín de cuando andas a mi lado, ni de cuando estás en el asiento de al lado. Me encantaba poder andar en los jardines en los que notaba fuego en tu mirada cuando me mirabas… y los jardines que notaba desde la otra punta de la asamblea y me hacia mirarte. Me atrapa el sonidito del jardín de tu naricilla cuando la tengo cerca de mí, cuando respira rápido… o no, y el de tu boca. Me fascinan los sonidos de aquel jardín que provocamos juntos. Todos. Me acelera el corazón el jardín de tu voz, tan peculiar… que es como una droga. Esa voz que tanto cambia dependiendo de lo que exprese. Me ENCANTA el jardín de tu locura, que abre la puerta del coche cuando menos debería o me propone cosas insólitas. Cuando lo dejaba todo para irnos de viaje o para verme mientras descansaba de los estudios.

¿Y me dices que hay más jardines? Sí que los hay, pero ninguno ama tanto la vida como tú. A mí no me importa cómo sea el planeta, sino cómo son sus jardines, y el jardín de un banco junto a la ría de noche en Punta es muy difícil de superar, como el de subir a un mirador de la sierra corriendo de la mano así como el de encontrarme a alguien que me esperaba a solas para preparar la sala para un evento. Aquel jardín que me regaló un libro o el que decía que tenía ganas de mi son los que quiero. Un jardín que guarda inteligencia, otro que guarda tolerancia… como un jardín cobardica. Un jardín que duerme y un jardín que me abraza mientras duerme. Un jardín con ganas de aprender y otro con ganas de experimentar.

Pero, ¿sabes qué es lo mejor? Que cada jardín, en realidad, es otro mundo por descubrir. Cada uno con su césped, con sus árboles, con sus ríos, con sus bichillos, con su solecito… Y como dije al principio, tooooodos y cada uno de los jardines tanto que he descrito como los que no, son tan grandes, hermosos, interesantes y fascinantes que cuesta creer que quepa más de uno en ti. Pero así es; tu mundo abarca todos esos jardines y muchos más…

Hay un jardín más del que me gustaría hacer una última mención, y ese jardín… es que esto va dirigido a ti. Pocas personas, poquísimas, demasiado pocas, han conseguido que haga esto. Solo dos habéis conseguido entrar en este espacio y conseguido que mi vida cambie. Eso es algo que a los demás no le importa, pero que a mí me dice bastante no de mí, sino de ti. Que alguien consiga eso significa que tiene los jardines más hermosos de todo el universo. Solo espero que esos jardines en los que me gusta descansar, leer, beber, saltar, soñar… sigan dejándome su puertecita abierta para que lo pueda seguir haciendo.

Hay cosas en esta vida que la hacen aun más maravillosa. Me encanta que seas .






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