viernes, 20 de septiembre de 2013

The dreamer in the rye

A veces, en momentos puntuales, tengo uno de mis pensamientos más serenos, el problema es que no los podría descifrar. Sé que es cumulo de cosas, que es cansancio, que es necesidad de relajarse… pero por otro lado siento que hay algo más.

Me imagino un campo, de vegetación baja y viento suave. Es de noche, pero la luz de la luna llena hace del cielo un mar azul en lugar de un abismo negro. Todo se mueve lentamente por el viento y se nota que hace frio. Sin embargo, ahí estoy yo, parado y firme en medio del campo, mirando hacia arriba en un alguno de cuarenta y cinco grados respecto al horizonte del suelo. El viento me toca, pero hago que me rodee. El frio impacta sobre mi piel, pero esta está dura y no se permite el lujo de poderlo sentir. Mi rostro permanece inexpresivo y mis hombros bajos. Yo miro a la luna y la luna me mira a mí.

Holden Caulfield se imaginaba en su campo de centeno salvando a los niños de abismo, pero a mí en ese momento se me acabó mi jornada diaria. Es tiempo de descansar. Durante el día siento el miedo de que los niños caigan, y para evitarlos corro, estiro mi brazo, ¡cada dedo de mi brazo! ¡Estiro hasta el cuerpo mismo si hace falta! El sol me abraza con su calor y el estrés me encierra en su pecho. Pero ya ha llegado la noche. Siento miedo por si alguna vez algún niño cae. Siento no ser lo suficientemente bueno y que alguien caiga. Tengo miedo. Sé que en algún lugar del planeta, donde mis piernas no son tan veloces ni mi cuerpo tan elástico para llegar puede haber alguien que cae, pero se encuentra tan lejos que no le puedo ni ver…

Sin embargo, es de noche. Ahora solo estamos la luna y yo. Su luz y el viento. El centeno a la altura de mis rodillas y el frio. Ahí estoy yo, sin pensar y disfrutando. Pensando y sufriendo. Ahí estoy yo…

En un momento pienso en la compañía. En quién me puede acompañar en ese momento. Pienso en la persona que quiero. Pienso en mi familia y amistades. Pienso en todo el mundo… Pero no es el momento de ellos, es sólo mi momento. No quiero que ellos sufran, prefiero sufrir yo por ellos y encargarme de los niños que se acerquen al abismo. No por quedar como mártir, sino por ayudar a que todo prosiga su curso. Pero ese momento es mío… estoy solo disfrutando de la luz que me refleja la luna, y así permanezco toda la noche hasta  que de nuevo sale el sol.






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